Somalia es un país ácrata, donde en la mayor parte de su territorio no existe ningún tipo de estructura gubernamental, donde impera la ley del que más armas tiene.
Un país que no se ha sabido reponer de la banca rota, castigado por una brutal guerra civil en la década de los noventa y por las graves inundaciones causadas por las corrientes del fenómeno meteorológico El Niño, que causaron más de 1.300 muertes y dejaron sin hogar a unas 800.000 personas,
Con yacimientos de petróleo, cobre, manganeso, yeso, hierro, mármol, estaño y uranio, que permanecen sin explotar en la mayor parte de su territorio, debido a la violencia e inestabilidad política existente.
Hace unos años, los pescadores somalíes se dieron cuenta de que no podían competir con los grandes armadores extranjeros que pescaban en sus caladeros. No les era rentable jugarse la vida en la mar, para regresar a la orilla con más hambre de la que partieron el día anterior. Esto les hizo seguir el ejemplo de tierra adentro, y empezaron a amarse, para pescar a la fuerza dentro de los barcos foráneos con los que se tropezaban en alta mar, lo que no pescaban en el agua.
Los mismos pescadores desvalidos y hambrientos, fueron reconvirtiéndose en piratas armados y desalmados. Como pasa siempre, donde hay negocio rápido e ilícito, se forman redes mafiosas atraídas por el lucrativo negocio del dolor ajeno. Esto nos ha llevado a tener casi doscientos intentos de secuestro de embarcaciones de todo tipo y tamaño al mes. La impunidad con la que se han movido, les ha llevado a no tantear siquiera a la víctima con la que se encuentran por el camino. Se ha dado el caso, de intentar secuestrar a una fragata francesa que estaba patrullando la zona. Te puedes imaginar el resultado.
No se puede permitir, que entrados en el siglo veintiuno se siga hablando de piratas. Mucho menos, que la comunidad internacional permanezca tan pasiva frente a un problema de tal envergadura, sin poner algo de orden en un país que está pidiendo a gritos una intervención militar por parte de la ONU, para instar a que resuelvan sus diferencias por medios pacíficos, buscando alternativas de solución a sus problemas internos. ¿O no está para eso la ONU?
Curioso. El intermediario que media en todos los secuestros siempre es el mismo. Dice que tiene una agencia para intermediar en este tipo de conflictos. ¿No será este el que les suministra las armas a los expescadores-piratas? ¿Será este socio de los piratas?
Me resultó pasmoso que desde los sectores nacionalistas del País Vasco, se solicitara al ministerio de defensa que se protegiera los barcos de los armadores vascos con militares españoles a bordo. ¿No querían estos señores que los militares desocuparan Euskadi?
Por nuestra parte, los españoles ya no nos sorprendemos por las vergonzosas respuestas de nuestra querida ministra de defensa. Días atrás decía, “los barcos deben pertrecharse de sirenas potentes y de cañones de agua para defenderse de los piratas. La ley no permite otra cosa”. Señora ministra, ¡pues se cambia la ley!, Somalia es una zona donde te disparan con fuego real, no una discoteca. Y los pescadores, son pescadores, no antidisturbios. Si esto le pasara a los Australianos, montaban hasta lanzallamas en los atuneros.
Ayer, por fin se solucionó el escollo legal y en nuestros atuneros pueden embarcar a cuatro miembros de seguridad privada por barco, y con armas largas.
¿A cuanto se nos pondrá la lata de atún el mes que viene?