jueves, 18 de marzo de 2010

Gofio


Vivo en Canarias, el destino ha querido que sea uno de los 2.200.000 canarios de derecho que degradamos este maravilloso lugar.

En el momento actual de dificultad que vivimos, vemos que debido a la crisis financiera mundial, el sector hotelero y el de la construcción se han desplomado.

En tiempos pasados sufrimos crisis económicas muy profundas, nuestra industria a lo largo de la historia ha sufrido fuertes varapalos, debido a las inestabilidades externas.

En el pasado, hemos errado al intentar ser fuertes con una industria agrícola basada en el monocultivo, bien sea el tomate, el plátano, la caña de azúcar, la cochinilla o incluso el vino. Hoy día, nuestra industria ya no se puede decir que sean nuestros campos, nuestra fuente de negocios es en exclusiva, la industria turística o por lo menos en un altísimo porcentaje.

La bajada de afluencia turística, junto con el apalancamiento del sector de la construcción, está suponiendo un terrible problema de paro y morosidad en todo el archipiélago.

Una de las formas de atenuar el paro y de absorber toda la mano de obra del sector de la construcción, podría ser potenciando el sector primario, pero volcando los esfuerzos en absorber el consumo hortofrutícola interno.

Si tenemos en cuenta, que nos visitan diez millones de turistas al año y que hay una población fija de dos millones de habitante, no se entiende que consumamos casi todas las hortalizas y frutas de fuera, estando el 80% de nuestra superficie agrícola abandonada.

Deberíamos fomentar el sector primario sin caer en el monocultivo, ampliando el abanico de productos y potenciando el consumo de nuestros propios productos dentro de nuestro territorio. En definitiva, involucrar al sector turístico para que el turista que venga consuma nuestra producción agrícola, a través de nuestra gastronomía. ¿Por qué hacer las papas arrugadas con papas de Inglaterra, una ensalada con lechugas de Marruecos o acompañar las comidas con un Rioja? ¿Por qué no ofrecer leche con gofio en el desayuno?

El potencial de venta lo tenemos garantizado con el turismo, vendámosle al turista nuestro producto, es lamentable que en la carta de bebidas de cualquier hotel te ofrezcan una caipiriña y que no aparezca un vinito canario o que pidas langosta y la tengas, sin embargo, no pidas un sancocho canario o unas papas con costillas, porque no lo tienen.

Creo firmemente que el sector primario podríamos relanzarlo comprometiendo al sector turístico, lo que hace falta es un firme compromiso político y empresarial. Si logramos esto, podríamos darle una estabilidad bastante importante al sector primario, absorbiendo la mano de obra que la construcción nunca volverá a necesitar.
Para llevar acabo esto, no podríamos olvidarnos del sector de la importación, que por cierto, es un sector bastante subvencionado. Si queremos que se involucren, tendremos que ser capaces de que les sea rentable invertir en la producción. Por ejemplo, permitiéndole a estas empresas dotar al RIC en sistemas de producción y eficiencia productiva, logrando así, que la importación de hortofrutícolas vaya perdiendo peso y subvenciones, frente a la producción interna.

No se entiende, que si la importación esta subvencionada, el precio de la cesta de la compra en Canarias sea uno de los más caros "de este país anteriormente llamado ESPAÑA”. Muchas veces, subvencionar significa encarecer, por tanto, debemos ser muy cuidadosos y fomentar la calidad del producto y eficiencia productiva, sin caer en la subvención fácil, donde lo único que se consigue es la escasez productiva y la pésima calidad del producto.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Que no te ciegue la arena.

Érase una mujer luchadora a la que todo el mundo desconocía. Amaba a su tierra por encima de su vida y despreciaba al usurpador de su pueblo más que al mismísimo demonio. Un día soleado y caluroso la invitaron al destierro, la subieron a un avión hacia tierras lejanas solo con billete de ida, le comentaron que allá donde iba no necesitaba pasaporte. Los americanos te dieron un premio, los marroquies te regalaremos un viaje. Donde vas te acogerán con cariño, los Conejeros son un pueblo cariñoso, amante de los turbantes musulmanes y respetuosos con la idiosincrasia de otros pueblos.

En su ilusionante viaje recaló en este lugar tan confortable y se sintió tan atraída por los cantos de sirena que desde el gobierno de Español, que le hizo caso a un amable policía. Quédate en Lanzarote Ami, le dijo con una sonrisa encantadora y le tendió la mano de una forma tan cariñosa que casi rozaba la divinidad. ¿Cómo pretendía esta joven dejar pasar la oportunidad de vivir en un entorno tan idílico, junto a un pueblo tan comprometido con sus raíces? Esta amable gente le permite vivir de día en un edificio enorme, donde hay bares, kioscos, un montón de televisores y una infinidad de personas que van y viene desde los lugares más recónditos del planeta. De noche a Aminetu le encantaba dormir al raso bajo las estrellas.

No te vayas Aminetu, te doy posibilidad de que puedas decir que eres Española, tendrás un lugar donde dormir, una pensión vitalicia y una medalla por tus aptitudes, le decía Moratinos.

Moratinos era un señor encantador, bonachón y desprendido. Amigo de sus enemigos, al que todos apreciaban por sus numerosas y generosas donaciones por todo el mundo. Trabajaba para un señor que había inventado un sistema con el que todos los pueblos eran felices y se llevaban bien, amándose y respetándose los unos a los otros. La Alianza de Civilizaciones, fue la mayor y mejor ocurrencia de la era moderna. El sistema era genial por su simpleza, solo era necesario repartir dinero entre tus enemigos, con esto conseguías no estar discutiendo con nadie y te ahorrabas disgustos innecesarios.

Aminetu, tenía el corazón dividido entre sus dos pasiones. Una era el amor a su tierra, la otra era la irrefrenable necesidad de darle rienda suelta a su espíritu aventurero. Le costó varias semanas darse cuenta de que por muy malvado que fuese el gobernador de su pueblo ocupado, ya no quería más aventuras lejos de su familia.

Moratinos y su jefe, como era de esperar se prestaron a ayudarle, llamaron al malhumorado gobernador y le dijeron que perdonara a Aminetu por haberle hecho el desprecio de no seguir el viaje que con tanto cariño le había preparado. El gobernador en un principio se mostró muy molesto con su súbdita aventurera, pero como negarse a los amables intermediarios.

A los pocos días después del encuentro de alto nivel entre los dos mandatarios y como agradecimiento a los Españoles por la sensibilidad con el pueblo de Aminetu, el gobernador malumorado demostró que no era tan malvado como en un principio se creía. Como agradecimiento a los agricultores y a las personas más desfavorecidas del campo español y aconsejado por Francia y EEUU, se comprometió a inundar España y Europa de tomates y productos agrícolas de su país. Así los agricultores no tendrían que dejarse la piel en las tierras, ahora podían dedicarles el horario laboral a sus familias, abandonando las tierras para así pedir una pensión no contributiva y poder veranear en Marruecos.

Aminetu, al llegar a su tierra agradeció al pueblo Español su cariño y atenciones. Les explico a sus compatriotas que cuando España se había marchado del Sahara Occidental lo hizo con la mejor intención. Que los españoles estábamos muy apenados, no entendíamos que les diera vergüenza pedirnos ayuda. Su pueblo había sido una provincia de España y como tal, les queríamos tanto, que le pedimos por favor a Marruecos que se hiciera cargo de ellos.

¿Quién coño se cree este cuento?

En primer lugar, fuimos los españoles los que dejamos con el culo al aire a este pueblo.

Dejamos a esta gente de buenas a primeras y nos largamos por patas. El Sahara Occidental es a día de hoy territorio español. Simplemente se desocupó un territorio de pleno derecho, que incluso era una provincia de España, dejando vendidos a ciudadanos españoles. Muchas de estas personas aun conservan los DNI españoles de antaño y se les ha negado su derecho a renovarlos, ¡Coño! nacieron en territorio español, algunos trabajaron para el estado español, muchos fueron militares españoles y los abandonamos a su suerte. Los condenamos a vivir en campos de refugiados por el simple hecho de haber nacido en África, permitiendo que un estado como el marroquí haya ocupado el territorio y mandado a estos excompatriotas a los campos de refugiados.

Me siento muy orgulloso de ser español, menos en este caso. ¿Y si algún día desocupan Ceuta, Melilla o Canarias…?

En segundo lugar, las meteduras de pata del ejecutivo español son supremas. En política internacional tenemos la habilidad de darnos las patadas en nuestro propio culo. Las carcajadas de los países de nuestro entorno, se oyen hasta en la china. Como es posible, que sabiendo la deshonesta y provocativa política que Marruecos a tenido siempre hacia España, el ministerio de exteriores haya permitido la entrada a España de una activista del Frente Polisario, sin pasaporte, sabiendo que su destino había sido la vuelta a Marruecos desde EEUU, después de recoger no se que premio y que al llegar a Marruecos estos iluminados le quitaron el pasaporte y la mandaron a canarias por la cara.

Marruecos de antemano sabía que podía aprovechar la situación, intuyendo que ella iba a reaccionar así y sabiendo que España no la dejaría morir. Les dio tiempo suficiente para pensar que fichas debían mover y así lo hicieron. Normalmente cuando una persona es un peligro para la estabilidad de un régimen político, se le retira el pasaporte para que no salga del país y así poder controlarla. ¿Por qué Marruecos no lo ha hecho así…?

En tercer lugar, aquí nadie es trigo limpio, Aminetu es una activista del Frente Polisario. Se ha querido vender como una simple ciudadana a la que le han cogido manía, dando a entender que sus reivindicaciones no eran políticas y dejando a España en una tesitura política muy complicada. De todos modos, hay que reconocer que ha sabido mover sus cartas de la forma magistral. Que otra cosa podía hacer, sus hijos, su familia y su patria estaban en allí.

En cuarto lugar, el descuido del ejecutivo español al dejarla entrar y la negativa, tanto de Aminetu, como de Marruecos a llegar a un entendimiento, a forzado a la Unión Europea a quitar parte de los aranceles al tomate y ciertos productos agrícolas.

Esto me lleva a preguntarme, ¿Quién se perjudica de estas concesiones? Pues España, sobretodo Canarias y Andalucía. Explícales a los productores de tomate, de Andalucía o de Canarias, por qué le va a subir el paro en el campo a Dios sabe cuanto. Debido a un conflicto con una señora, que ni la conocen, ni han visto nunca.

¿A quien le importa poco la solución que se ha tomado? Pues a Francia, así son menos los camiones españoles para volcar y a EEUU que se apunta un tanto con Marruecos para poder pedirle algún favor en el futuro.

Pero lo más importante es ¿A quien le beneficia todo lo ocurrido? ¡Bingo! A Marruecos, esto le coloca con una posición mucho más competitiva y ventajosa para competir con el tomate canario en Europa. De un plumazo y con una estrategia perfecta, han logrado por medio de una cortina de humo sacar petróleo de un problema que ellos mismos nos han creado, engañando y amenazando a España con la entrada masiva de inmigrante y terroristas. Nos han obligándonos a ceder y a ser menos competitivos frente a sus productos de una forma vil y sucia.

Sin que nos hayamos dado cuenta, les hemos regalado el Sahara Español y les hemos abierto la puerta al comercio Europeo.

Pronto nos crearán otro conflicto. ¿Quien sabe? Quizás en un futuro pidan más concesiones, Ceuta, Melilla o ser de la CEE, como Turquía. Y nosotros volveremos a bajarnos los pantalones a las rodillas, como ellos saben que haremos.



domingo, 11 de octubre de 2009

Atúntún

Somalia es un país ácrata, donde en la mayor parte de su territorio no existe ningún tipo de estructura gubernamental, donde impera la ley del que más armas tiene.

Un país que no se ha sabido reponer de la banca rota, castigado por una brutal guerra civil en la década de los noventa y por las graves inundaciones causadas por las corrientes del fenómeno meteorológico El Niño, que causaron más de 1.300 muertes y dejaron sin hogar a unas 800.000 personas,

Con yacimientos de petróleo, cobre, manganeso, yeso, hierro, mármol, estaño y uranio, que permanecen sin explotar en la mayor parte de su territorio, debido a la violencia e inestabilidad política existente.

Hace unos años, los pescadores somalíes se dieron cuenta de que no podían competir con los grandes armadores extranjeros que pescaban en sus caladeros. No les era rentable jugarse la vida en la mar, para regresar a la orilla con más hambre de la que partieron el día anterior. Esto les hizo seguir el ejemplo de tierra adentro, y empezaron a amarse, para pescar a la fuerza dentro de los barcos foráneos con los que se tropezaban en alta mar, lo que no pescaban en el agua.

Los mismos pescadores desvalidos y hambrientos, fueron reconvirtiéndose en piratas armados y desalmados. Como pasa siempre, donde hay negocio rápido e ilícito, se forman redes mafiosas atraídas por el lucrativo negocio del dolor ajeno. Esto nos ha llevado a tener casi doscientos intentos de secuestro de embarcaciones de todo tipo y tamaño al mes. La impunidad con la que se han movido, les ha llevado a no tantear siquiera a la víctima con la que se encuentran por el camino. Se ha dado el caso, de intentar secuestrar a una fragata francesa que estaba patrullando la zona. Te puedes imaginar el resultado.

No se puede permitir, que entrados en el siglo veintiuno se siga hablando de piratas. Mucho menos, que la comunidad internacional permanezca tan pasiva frente a un problema de tal envergadura, sin poner algo de orden en un país que está pidiendo a gritos una intervención militar por parte de la ONU, para instar a que resuelvan sus diferencias por medios pacíficos, buscando alternativas de solución a sus problemas internos. ¿O no está para eso la ONU?

Curioso. El intermediario que media en todos los secuestros siempre es el mismo. Dice que tiene una agencia para intermediar en este tipo de conflictos. ¿No será este el que les suministra las armas a los expescadores-piratas? ¿Será este socio de los piratas?

Me resultó pasmoso que desde los sectores nacionalistas del País Vasco, se solicitara al ministerio de defensa que se protegiera los barcos de los armadores vascos con militares españoles a bordo. ¿No querían estos señores que los militares desocuparan Euskadi?

Por nuestra parte, los españoles ya no nos sorprendemos por las vergonzosas respuestas de nuestra querida ministra de defensa. Días atrás decía, “los barcos deben pertrecharse de sirenas potentes y de cañones de agua para defenderse de los piratas. La ley no permite otra cosa”. Señora ministra, ¡pues se cambia la ley!, Somalia es una zona donde te disparan con fuego real, no una discoteca. Y los pescadores, son pescadores, no antidisturbios. Si esto le pasara a los Australianos, montaban hasta lanzallamas en los atuneros.

Ayer, por fin se solucionó el escollo legal y en nuestros atuneros pueden embarcar a cuatro miembros de seguridad privada por barco, y con armas largas.

¿A cuanto se nos pondrá la lata de atún el mes que viene?


lunes, 28 de septiembre de 2009

¿De enfermedad o de hambre?

Si creemos que se trata igual a las enfermedades, independientemente de sector poblacional al que afecte, estamos equivocados. Vale mucho más la vida de unas personas, que las de otras. No se trata de racismo, religión o cultura, eso no tiene nada que ver, se trata de poder adquisitivo.
Un pequeño porcentaje de la población mundial, tiene cobertura sanitaria, privada, pública o ambas inclusive. Una afortunada parte de esta población con cobertura sanitaria, entra a quirófano por el mero hecho de hacerse retoques estéticos, mientras la inmensa mayoría de los no pudientes muere por falta de atención primaria.

Que la sanidad sea un negocio no se nos esconde a nadie, lo que es verdaderamente lamentable, es que los gobiernos se presten a gastar una gran parte del erario público en fomentar este lucrativo negocio. Se nos manipula mediáticamente de tal forma con algunas enfermedades, que roza la perversión, al establecer un orden de prioridades más que desalmado y falto de sensibilidad con los verdaderos problemas del ser humano.

No es normal que se catalogue de pandemia la gripe A, en la que está quedando más que demostrado, que no tiene más consecuencias que gripe estacional y se tenga olvidadas otras enfermedades que nos cuestan al año millones de muertes. La triste diferencia entre unas y otras, es simplemente el poder adquisitivo de los países a los que afecta. Si algún mal afecta a los países desarrollados, se pone todos los medios disponibles para erradicarlo sin importar el costo, pero por muy letal que sea, si solo afecta a los países subdesarrollados, los gobiernos no gastan un euro en investigación o suministro de medicinas.

Como ejemplo, hay una enfermedad que todos los años se lleva por delante a millones de personas. La Malaria. o Paludismo.

La malaria humana se produce por la picadura de un mosquito. Durante la segunda mitad del siglo XX, fue erradicada en casi toda Europa y grandes áreas de América Central y del Sur. En la actualidad continúa siendo un problema de salud muy importante en el mundo, especialmente en el continente africano. Cada año se registran más de 300 millones de casos de paludismo, ocasionando más de 1 millón de muertes anuales, el 90% de las cuales se producen en África, especialmente entre niños menores de 5 años. En esta enfermedad los microorganismos obstruyen los vasos sanguíneos del cerebro produciendo coma y delirio. La primera crisis tiene lugar entre los 18 y los 40 días después de la infección, las siguientes aparecen cada tres días y finalmente se produce irremediablemente la muerte.

Manuel Elkin Patarroyo, médico colombiano con nacionalidad española, descubrió la primera vacuna elaborada químicamente contra la malaria. Patarroyo donó la vacuna, la primera desarrollada químicamente, a la Organización Mundial de la Salud. Su labor le ha valido ser galardonado, en 1994, con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Hoy día el investigador español, Pedro Alonso y el Centro de Salud del Hospital Clinic de Barcelona, han anunciado que la primera generación de la vacuna contra la malaria se administrará a niños africanos el próximo año. El producto ha sido financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates y el desarrollo clínico ha correspondido al Hospital Clinic-Universidad de Barcelona.

Esta vacuna no tiene valor comercial para las farmacéuticas, al no poder permitirse los enfermos los 18€ que costaría en el mercado. Sin la ayuda de estas instituciones sin ánimo de lucro, la enfermedad en un futuro seguiría segando la vida de millones de personas.

Es increíble el desconocimiento y la falta de interés que a nivel mediático e institucional se tiene de esta enfermedad, se habla mucho más de obesidad infantil, anorexia o bulimia, que de una enfermedad que mata a un millón de personas al año, la mitad niños y bebés.

En un mundo donde la patente de una vacuna como la de la malaria, tiene que ser donada para poder salvar vidas de personas sin recursos económicos, porque ni los gobiernos, ni las farmacéuticas están dispuestos a invertir. Nos encontramos con grandes desembolsos de dinero de los países desarrollados, para acopio de medicinas como el Tamiflú, que ni siquiera se están usando en la mayoría de los casos positivos con gripe A.

Esta pandemia, cuyas consecuencias para la salud no son más que las de una gripe estacional. A no ser que el proceso se acompañe o vaya seguido de una neumonía viral, bacteriana, o alguna enfermedad respiratoria grave, donde la mortalidad aumenta. Ha sido mediatizada para aumentar la cuenta de resultados de las farmacéuticas.

El volumen del negocio montado con la gripe A, es superior a 20.000 millones de euros.

Esto me hace sospechar que quizás la estadística que se nos vende por televisión no sea la correcta, al achacar muchas muertes a la gripe A, y no a la patología que sufría el paciente de antemano.

Nos han metido el pánico en el cuerpo para vendernos medicinas, mascarillas, jabones, guantes y demás trastos, para beneficio de algunas corporaciones que no hacen más que echar leña al fuego del miedo colectivo.

Lo grotesco, es que con menos de un 0,01% del dinero invertido en el en la gripe A, se podría haber acabado con La Malaria hace mucho tiempo. Pero la solución no solo estaría ahí, tenemos que ser consientes de que hay muchas más enfermedades olvidadas y carencias en el mundo subdesarrollado.

Si cada año salvásemos de la malaria a 1 millón de personas, tendrían un problema de malnutrición 2 millones de personas en el tercer mundo. Terrible conclusión, viviendo en un mundo en el que nos espantamos cinco segundos con algunas verdades en directo, volviendo a la hipocresía y el derroche según termina el telediario y empieza la telenovela.

Es triste que la opulencia de unos pocos desalmados, cause la muerte de muchos y que la consecuencia de querer salvar una vida, sea matar de hambre a varias personas.

Equilibrio, esa es la solución. El desarrollo sostenible es posible y necesario, no se trata de dar una pequeña limosna para que puedan curarse, se trata además de no matarlos de hambre.

Hay que empezar a dejarles evolucionar y desarrollarse con sus propios medios, pero con nuestro apoyo humano y económico. Sin necesidad de interferir en sus culturas o religiones, educándonos y educándolos, de una forma más humana y sin prejuicios.

El primer paso, no debería ser el más complicado, implicarte. Luego, los gobiernos los cambias tú.

martes, 15 de septiembre de 2009

¿Victimas o verdugos?


Cada vez que enciendo la tele, el informativo de turno, me asusta con una nueva noticia de violencia juvenil. Unos compañeros de clase violan a una niña de once años, apalean a un chaval de poco más, se suicida una niña de doce, un alumno de primaria humilla a un profesor…

¿Que nos esta pasando? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué la culpa siempre es de otro?

La sociedad esta mutando, o mejor dicho, la estamos devaluando a marchas forzadas.

En dos generaciones, estamos estropeando lo que la humanidad lleva civilizando miles de años. Se ha perdido uno de los principios básicos de nuestro equilibrio social, el respeto a la figura del educador.

El educador no solo es el profesor de turno bueno o malo con el que nos toque aprender, o los padres, abuelos y familiares. Sino que también la educación es responsabilidad de las instituciones. La sensación de impunidad con que estamos formando a nuestros ciudadanos de futuro, empieza a pasarnos factura con hechos cada vez más agresivos.

Tenemos unas leyes desfasadas y blandas, para los problemas actuales a los que nos enfrentamos día a día. Se premia mediáticamente la burrada más gorda y se machaca la noticia por la tele e Internet para regocijo de los bárbaros, sirviendo para que imiten lo sucedido en otros lugares. Estos aplausos públicos en los medios, desorienta tanto a los verdugos, como a las victimas de estas gamberradas, que siguen creciendo en número y sufrimientos.

Se empezó por perderle el respeto a padres y abuelos, se siguió por humillar a los profesores y se ha continuado, por ser los menores los que se enfrentan a la policía como diversión de fin de semana.

El educador es una figura depreciada. Lo hemos convertido en un accesorio meramente prescindible en una sociedad saturada de estereotipos superfluos, que lo único que valora son las posesiones materiales y la fama a fuerza de golpes. Se ha perdido el respeto a los mayores y a las figuras importantes, que hace pocas décadas, formaban parte del ejemplo a seguir en los jóvenes.

Ya pocos quieren ser notarios, profesores o médicos, ahora quieren ser Belén Esteban o la Campanario.

Hemos pasado de tener una sociedad con un potencial de futuro inmenso, a una sociedad de futuros adultos inmaduros, con muy pocos valores humanos.

El respeto se confunde hoy día con el miedo. Se impone la violencia con el prójimo como método de hacer valer tus formas de ver las cosas. Se valora más el vencer, que el convencer. Se ahorra en palabras y razones, potenciando la violencia y la injusticia.

De lo que no somos concientes, es que le libertad se ha confundido con la impunidad y el esfuerzo se ha cambiado por la fama inmediata.

Si esto no lo corregimos, estaremos siendo responsables de la tiranía que los mismos verdugos actuales, sufrirán por parte de las generaciones venideras.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Fiestón sin invitación

(Basado en hechos reales)
Diez años atrás, no existían, o por lo menos yo no conocía las redes sociales que hoy nos ofrece Internet. Normalmente, una de las plataformas más usuales por la juventud y los no tan jóvenes de relacionarse eran los bares.

Por aquel entonces yo no bebía, me había hecho la promesa a mi mismo de no beber nunca más. Tres años antes me fui con la gente del gimnasio a un asadero en la cumbre, me cogí tal melopea y perdí los papeles de tal forma, que la vergüenza me duró tres años. Imagínate, todos supermega sanos y yo tan borracho que hasta los perros me meaban. Me costó bastante volver a la senda de la de la cultura etílica tan arraigada en este país. Cuando salía de fiesta todos se extrañaban, tenía que estar explicándoles que no bebía, como si eso fuera un delito.

Nos solíamos reunir los sábados a la salida del trabajo un grupo de compañeros, que éramos muy amigos incluso antes de trabajar en la misma empresa. En alguna ocasión se agregaban algunos más, pero siempre solíamos ser Adolfo, Gerardo y yo, los clientes incondicionales del establecimiento.

El bar de Ramón, ni siquiera tenía mesas, solo contaba con la barra que ocupaba la mayoría del local, los dos minúsculos baños que exige la ley, donde tenías que mear de lado, y una pequeña cocina. Ramón es un barman peculiar, mide metro noventa, piel morena tipo pescador y estaba continuamente echándote trolas para reírse ti. Recuerdo que un día, le dijo a uno que lo mejor para la resaca es ponerte dos alka-seltzer en la boca sin agua y aguantar hasta que se diluyan, te puedes imaginar los espumarajos que soltaba aquel pobre por la boca, las lágrimas se las bebía. Tenía la virtud de despacharte lo que le salía de la entrepierna. Le pedías un cubata con cola y te lo ponía con naranja. En lo que no fallaba era en la bebida alcohólica, si pedías Ron, te ponía incluso de la marca que te gustaba. Si un sábado no te apetecía mucho beber y le pedías una cerveza, te jodías y te bebías un cubata como el del sábado anterior. Al final como lo importante no era lo que bebías, sino el beber, pues te lo tragabas de igual forma.

Así, copa a copa, trago a trago, fuimos cogiendo confianza. Tanta que nos daban las mil y quinientas en su bar. La mayoría de las veces le costaba un huevo echarnos de su negocio, mis amigos con copas eran más pesaos que dos plomos. Continuamente le proponíamos a Ramón que se fuese, que ya cerraríamos nosotros. Pero nunca confió en nuestra buena fe, cosa que no le reprocho.

En aquella época, las novias de Adolfo, Gerardo y la mía, eran muy amigas entre ellas. Por muchas burradas que hiciésemos, nunca nos decían que teníamos que dejar las juergas con los amigos. La verdad es que me lo pasaba de fábula, fue una época de marchas inolvidables con los colegas.

Un día de primavera de 98 ó 99 del milenio pasado, Ramón estaba desesperado por cerrar el bar. Tenía que ir al aeropuerto a buscar un familiar, dejarlo en casa de su madre, y luego ir a la fiesta que su mujer había montado en su casa para reunirse con antiguos compañeros de instituto y algún que otro profesor enrollado de la época.

Como no veía la forma, directa o indirecta de echarnos del recinto. Se le ocurrió la fatal idea de decirle a uno de mis compañeros que nos fuéramos, que si queríamos beber nos invitaba a una copa en su casa. Pensaba librarse de nosotros, porque no sabíamos donde vivía. Pues se equivocó.

Gerardo si que sabía el barrio y la zona del barrio de donde era Ramón. Había visto su coche aparcado varias veces por la zona donde suponía que vivía. Esto significó, que sobre la marcha se organizo el viaje.

Como yo estaba sobrio, me quedaba con todos los detalles y conversaciones locas de mis compañeros de fiesta. Después de intentar convencerles de que no estábamos invitados, que fue una forma de librarse de nosotros, me vi en la necesidad de acompañarles al sarao. Cuidándome mucho de ser yo el que condujera, le pedí las llaves del coche a uno de ellos, tras las indicaciones llegamos al barrio de Ramón. Encontrar su casa nos costó cinco minutos, preguntamos en un par de portales y dimos rápido con la fiesta.

Era un edificio de dos plantas. Ramón vivía en el bajo, su vecina y el marido que eran personas mayores, vivían en la segunda planta. Al tocar en una de las dos viviendas nos abrieron sin preguntar y subimos a donde se oía música. La azotea era el objetivo donde los cuatro perturbadores de fiestas, Adolfo, Gerardo, Gustavo (recién llegado a la empresa como fichaje estrella del departamento de ventas) y yo, pretendíamos llegar para continuar la fiesta que había empezado en el bar.

Al entrar por la puerta, Gerardo con sus noventa y largos kilos, pelo castaño clarito semirizado, vestido con un polo de cuello de pico y pantalón baquero, le dio la explicación oportuna a Bea (la mujer de Ramón), la cual no conocíamos de nada. Le dijo que él nos había invitado y que no quisimos fallarle.

Ese fue el principio de una serie de barbaridades, producto de la borrachera más loca que me ha tocado vivir.

Nada más llegar, el ambiente empezó a ponerse un poco tenso. Que coño hacíamos nosotros allí, vienen sin pagar y borrachos, a una fiesta a la que nadie del grupo les ha invitado. Evidentemente se quejaban con razón, pero ninguno de mis amigos se inmutó y siguieron bebiendo. Yo la verdad es que estaba flipando, había como dos mundo dentro de un mismo asadero, los que estaban pasando un rato recordando los felices tiempos de instituto y nosotros, los Bestias borrachos recién llegados que no habíamos sido invitados.

Mientras tanto y sin inmutarse, Adolfo, que cuando bebe es como un bonachón que hace las cosas sin malicia, sin darse cuenta y con cara de inocente, se sentía cargado de alcohol y con la vejiga llena. Como en la azotea no había baño, no se le ocurre otra cosa que bajarse la bragueta y mear en un macetón en el que Bea tenía plantada una palmera. Allí delante de todo el mundo y sin ninguna vergüenza vació su vejiga despacio y de forma natural. El estaba convencido de que el baño era aquel.

Al rato, como teníamos hambre, a Adolfo no se le ocurre otra cosa que ocuparse de la barbacoa. Al no quedar carbón, recopilo todas las latas vacías que encontró, porque se le metió en la cabeza que eso ardería de la misma forma que la madera. Como no dio resultado la idea, Gerardo le dijo que no fuese idiota, que eso no ardía y que buscara algo de madera.

Mientras tanto, Gustavo parecía enajenado saltando a su rollo y diciendo tonterías. Su bigotillo rubio y su pelo anillado, no podía esconder la expresión de borracho desfasado, vestido con traje y corbata, se dedicaba a tirar chuletas sin cocinar y platos de plástico vacíos por los aires. Si sus clientes lo vieran, más de una venta se le hubiese caído.

A esas alturas del asadero, la gente ya empezaba a estar hasta los cojones de nosotros.

Entretanto, a Adolfo le volvió a dar otro apretón, pero como anteriormente le llamaron la atención por mear en la maceta, bajo al baño. La vecina de Bea acostumbraba a dejar la puerta entreabierta, porque solo eran dos vecinos y se llevaban bien. Cual fue la sorpresa de esta señora, mientras ella y su marido veían la tele sentados placidamente en su sofá, este individuo paso por delante de ellos, les dijo hola muy formalmente y entro a mear en el baño sin percatarse de lo que estaba haciendo.

Adolfo envés de bajar dos pisos, bajo solo uno. La cara de este matrimonio me la he imaginado cientos de veces. Que podían hacer, un extraño entra en su casa, da las buenas tardes, usa el baño y se vuelve a ir por donde mismo entró sin dar explicaciones.

Al mismo tiempo, una joven que estaba sentada al lado de Gustavo, que lo único que le faltaba a este borrego era babear, me miró y me dijo, “Mira, tu compañero me esta asustando”. Nunca me pude enterar que le había dicho este animal a esa pobre mujer. Lo que si te puedo decir, es que la muchacha daba la sensación de sentirse tremendamente acosada.

Al regresar del baño, Adolfo ayudo a Gerardo a tirar a un lado todo lo que estaba encima de una mesa que habían hecho para poner las cosas con un tablero y dos bloques, los amigos de Bea. Una vez despejada la mesa, Gerardo se dedicó a pegarle patadas a la madera para partirla y poder usarla en la barbacoa. Todo esto, bajo el estupor general de todos los invitados.


Una vez encendida la barbacoa y con unas llamas de un metro de altura, no se les ocurre otra cosa a los tres borrachos, que ponerla en el sitio donde más corre el aire. El problema fue que donde la habían puesto, era justo debajo de la antena de televisión. En menos de un minuto los cables se quedaron chamuscados.

Todos estos disparates pasaron en menos de una hora. Los absurdos se sucedían de forma vertiginosa y sin que nadie supiese darle solución.

Al poco de nosotros llegar, Bea se tuvo que ausentar un instante. Gracias a eso no estuvo en el momento en el que toda la gente del asadero, nos rodeó reprochándonos nuestro comportamiento y nos invito contundentemente a salir por patas. En menos que canta un gallo estos tres bestias, la habían formado. Cuando vi que o nos largábamos o nos mataban, les pedí disculpas a todos los presentes, intenté calmar el ambiente diciéndoles que mis amigos estaban muy borrachos como para darse cuenta de los que estaban haciendo, y me los lleve como pude.

El regreso fue un suplicio, me estuvieron tocando los cojones todo el trayecto.

El lunes siguiente a las ocho de la mañana, como Bea sabía que teníamos que pasar por delante del bar de su marido, nos espero para darnos un par de ostias verbales y alguna colleja. Cuando yo veo que se me acerca una chica rubia, muy bien vestida, con los ojos inyectados en sangre y cara de muy malas pulgas, se me pusieron de corbata. Tardé unos segundos en reconocerla, pero enseguida supe a lo que venía.

Empezó a hablarme como una apisonadora diciéndome; eres un puto mierda, quien coño son ustedes para ir a mi casa y montarla así con mis amigos, se merecen un par de hostias y blablablabla. De los gestos tan agresivos que hacía, los rizos le brincaban como látigos en busca de alguna victima que fustigar. Después de explicarle mi versión y recordarle que yo no bebía. Le comenté que fui por el simple hecho de no dejarles coger el coche. Que si no fuese por mí, se habría montado la de San Quintín, que hice lo que pude, pero estaban completamente arrebatados y que yo no me merecía ninguna marrona. Yo no hice nada, al contrario, me los llevé de allí y encima tuve que aguantarles la borrachera dentro del coche. Gracias a que sus amigos le dijeron de antemano que yo estaba sobrio y que fui el que me los lleve. Si no, me mata y me despeluza allí mismo.

Este incidente me hizo recapacitar, a partir de ese momento me emborrache como el que más. ¡Y que me aguanten la borrachera a mí!

Diez años después, todavía le recuerdo a Ramón aquella desafortunada invitación.

¡Cuidadín con lo que dices!. Te pueden hacer caso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Búsqueda


Nos pasamos toda la vida buscando algo que no estamos seguros que podamos alcanzar. Sin saber que la felicidad no se busca, se logra.

Lo que deberíamos hacer, no es procurar encontrar la felicidad. El dolor y angustia que nos imponemos por no encontrarla, es evitable. Lo que nos convendría hacer es dejar de ser desdichados.

La felicidad es carecer de desdicha, y eso si que lo puedes llegar a controlar.

Normalmente las personas que son más felices, suelen ser las que menos tienen. Quizás sea, porque a fuerza de golpes han aprendido a encontrar el disfrute en las pequeñas cosas y han sabido descartar las que no necesitan.

La necesidad de poseer es una competición en la que tarde o temprano, nos sintamos perdedores. Siempre habrá alguien con algo que tú no tienes, el coche del vecino, la casa del amigo, el trabajo de tu cuñado, la fama del de la tele o el carisma de tu primo.

Pero lo más probable es que alguien quiera tener algo que tú posees, familia, trabajo, alguna virtud o incluso parecerse a ti. Esto significa, que tienes algo bueno de lo que no estás disfrutando ¿Por qué te ciegas buscando lo que ya tienes?

La felicidad está en lo tienes y no en lo que envidias.