viernes, 14 de agosto de 2009

¿Futuro?


Hace diez años mi meta a nivel laboral era mejorar y prosperar profesionalmente, me auto inculqué una mentalidad evolutiva con la firme convicción de que la formación era prioritaria, la seriedad en el trabajo fundamental y el sacrificio en la faena diaria era mi lema. Esto me enriquecía porque no me sentía estancado, los cambios ascendentes que fui realizando, me fueron demostrando que no estaba equivocado en el planteamiento. El camino estuvo plagado de socavones, pero a medida que maduraba me afectaron menos y lograba consolidar una estabilidad laboral importante.

La buena imagen profesional que des en tu puesto de trabajo, te ayuda a posicionarte y a desmarcarte, esto repercute en tu empresa haciéndote un valor en alza dentro del sector. Ese es el escaparate en el que estas expuesto.

El mundo laboral es una exposición continua en la que te tienes que hacer valer. No solo se trata de ser profesional sino también de parecerlo y para eso no hace falta decirlo, se demuestra con la actitud diaria. Y se te reconoce, cuando ves que otras empresas pujan por tus servicios.

Nunca entendí a quien no se tomaba en serio su trabajo, ese tipo de actitud es una forma de eutanasia profesional, repercutiendo en inestabilidad laboral y teniendo las consecuencias personales que conllevan los vaivenes laborales.

Estamos en nuestro puesto de trabajo muchas horas, más de las que le dedicamos a nuestra vida privada, la única forma de no vivir sufriendo es adaptarte al medio laboral y crecer, de que te vale estar continuamente en tensión y a disgusto haciendo algo que no quieres hacer, en ese caso es mejor marcharse.

Para estar en el mercado es imprescindible no estancarte, evolucionar y formarte. Ser consiente que la formación no solo se imparte en escuelas y academias, la formación también la encuentras con el día a día y en los compañeros, es la curiosidad laboral y ganas de aprender lo que te enriquece.

Por el camino he encontrado a personas que no se preocupan de lo que están haciendo, no tienen la más mínima intención de progresar, ni respeto por su trabajo y no entienden que la única forma de garantizarse el futuro es crecer para ser lo más inmune posible a la criba del cambio. Hay algunos que sólo conocen sus derechos sin querer ser conscientes de sus deberes. Normalmente este tipo de personas son reacias a formar a otro compañero, quizás por tener la equivocada sensación de que otro le va a quitar el trabajo. Los requisitos laborales de cada puesto cambian y el trabajador si no crece tiende a quedarse estancado, poniendo en peligro su continuidad en la empresa y en el sector al que pertenece.

Estamos en un periodo de crisis profunda, mucho más de lo que nos quieren hacer creer, no sabemos hacia donde vamos y lo acertadas que serán en un futuro las decisiones que ahora tomemos. Tenemos la sensación de que esto se nos ha ido de las manos, lo que antes era lo lógico y correcto, ahora es una temeridad y en un futuro quien sabe.

Hemos entrado en la necesidad de que las empresas no sólo no crezcan, sino que para subsistir tengan que menguar y eso significa despidos, para poder hacer frente al peso de las infraestructuras y los compromisos de pago. Al estar todo sobredimensionado hemos pasado de la obligatoriedad de crecer a la imperiosa necesidad de mermar instantáneamente.

La destrucción de las empresas no sólo representa la pérdida de puestos de trabajo con sus inherentes dramas familiares. También significa que se pierde la dinámica empresarial, se ralentiza la inercia del negocio. Métodos de trabajo que han costado años implementar desaparecen, técnicas que han tenido que transcurrir años para poder llegar a ser eficientes se esfuman y mucho tiempo invertido resulta inútil, en definitiva el potencial humano que se pierde es escalofriante.

Todos vemos la solución en el consumo, tenemos que consumir para reactivar la economía, si no se consume no se crean puestos de trabajo. Pero sin puestos de trabajo es imposible que se consuma.

La solución es complicada porque el que tiene dinero no asume riesgos, no compra y el que no dispone de capital además de no quererse endeudar más, tampoco encuentra líneas de financiación. La solución a nivel global sería consumir para reactivar, pero a nivel personal si puedo ahorrar, no gasto por miedo a no poder subsistir en un futuro.

Nos encontramos con el problema añadido que todas las familias que se han quedado sin trabajo tienen que disfrutar de cobertura social, pero la solución no solo es esa, las prestaciones son necesarias pero peligrosas. Si no se acompaña de un plan de apoyo a la pequeña y mediana empresa, que son las que mantienen el país, el estado se queda sin recursos y el sistema quiebra.

Según mi criterio, es imposible que se creen puestos de trabajo si no se apoya fuertemente al sector empresarial. Sin empresas no hay trabajadores.

En este país los medios nos venden que las empresas son los grandes astilleros y las empresas automovilísticas y no es así.

Las PYMES son las grandes olvidadas de la crisis. Todos los sectores donde entran en juego los bancos, las grandes corporaciones automovilísticas, etc. han sido mimados y ayudados con ingentes cantidades de dinero. Si esos recursos se les hubieran inyectado a las PYMES probablemente los bancos no tendrían morosidad, se venderían más coches y la economía no se vería tan tocada.

Posiblemente sea un problema de planteamiento. Si no proteges a los peces pequeños para que crezcan y se reproduzcan terminarás expoliando el río, date cuenta que los peces grandes también viven de los pequeños.

Se esta matando el futuro y derrochando las arcas públicas. La solución no esta en sanear las cuentas de resultado de media docena de grandes empresas, la solución quizás esté en salvar de la quema a miles de PYMES que son el motor de la economía y que la única solución que se les ha dado son unas líneas de financiación que nunca conseguirán, y si las consiguen les supondrá un lastre económico del que difícilmente salgan.

No es lógico que a las macro empresas se les inyecte dinero para sanear sus cuentas sin pedirles nada a cambio y a las pequeñas se les endeude aún más, siendo las PYMES como contribuyentes las que ponemos gran parte de ese dinero.

El futuro económico es verdaderamente angustiante, no sabemos donde estaremos el año que viene, no sabemos que profesión tendremos ni si podremos conservar nuestra vivienda. La incertidumbre económica es total.

He invertido en mi futuro laboral muchos años, esfuerzo y dinero, sin que posiblemente me valga para nada dentro de seis meses o un año.

Como autónomo, siento que se me está penalizando por haber evolucionado y sido participe en la medida de mis posibilidades del desarrollo económico de la sociedad y del país, poniendo en juego mi patrimonio personal y familiar, para poder llevar a cabo un proyecto donde veo que no estoy en igualdad de condiciones con las macro empresas, a las que se les ofrece todo por el echo de cotizar en bolsa o salir en los telediarios.

Recuerdo una conversación hace unos meses, en la que mi padre me decía que en la situación económica que estamos, nunca antes había estado, que en las anteriores crisis se pasaban apuros, algo de incertidumbre, pero se tenía la percepción que todo iba a mejorar con el paso de los meses, se tenía esperanza y se daban soluciones. Hoy lo veo, pesimista y asustado, diciendo que esto va camino de una hambruna o de una quiebra total del sistema.

Mi temor es que cuando los mayores del lugar te lo pintan así de negro después de haber vivido una posguerra, solo me consuela pensar que cabe la posibilidad de que se equivoquen.

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