Nunca te has despertado con un cabreo monumental sin saber por qué, pues yo si.
No sé si fue que soñé con el recibo del Ibi, el de la luz, que era día laboral, o que los gatos del vecindario estaban peleándose a las 2:00 de la madrugada por alguna gata. Lo que si se, es que la sangre me hervía. Me molestaba todo, al primero que me viniera con alguna tontería lo iba a despellejar a capones.
Cuando te pase eso, ten cuidado.
El otro día tuve un comienzo de jornada así, me arrepiento de no saber sopesar al contrincante al que me enfrentaba en ese momento. A la primera victima en potencia que vi fue a mi mujer, y te puedo asegurar que salí trasquilado.
No se si le afecto también lo de los gatos o influyo en algo que esa noche llovió y yo dejara el tendedero al exterior y justo debajo de donde caía el desagüe del techo de tejas.
Por el maldito tendedero de las narices me metí con alguien que estaba más cabreada que yo.
Al final, las orejas me llegaban al suelo de la bronca, ella encima tenía argumentos para estar cabreada y yo me tuve que marchar de casa con el orgullo herido y la sensación de que si cogía un gato le iba a meter el tendedero por detrás.
La próxima vez me meto con el gato y no con la fiera.
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