lunes, 28 de septiembre de 2009

¿De enfermedad o de hambre?

Si creemos que se trata igual a las enfermedades, independientemente de sector poblacional al que afecte, estamos equivocados. Vale mucho más la vida de unas personas, que las de otras. No se trata de racismo, religión o cultura, eso no tiene nada que ver, se trata de poder adquisitivo.
Un pequeño porcentaje de la población mundial, tiene cobertura sanitaria, privada, pública o ambas inclusive. Una afortunada parte de esta población con cobertura sanitaria, entra a quirófano por el mero hecho de hacerse retoques estéticos, mientras la inmensa mayoría de los no pudientes muere por falta de atención primaria.

Que la sanidad sea un negocio no se nos esconde a nadie, lo que es verdaderamente lamentable, es que los gobiernos se presten a gastar una gran parte del erario público en fomentar este lucrativo negocio. Se nos manipula mediáticamente de tal forma con algunas enfermedades, que roza la perversión, al establecer un orden de prioridades más que desalmado y falto de sensibilidad con los verdaderos problemas del ser humano.

No es normal que se catalogue de pandemia la gripe A, en la que está quedando más que demostrado, que no tiene más consecuencias que gripe estacional y se tenga olvidadas otras enfermedades que nos cuestan al año millones de muertes. La triste diferencia entre unas y otras, es simplemente el poder adquisitivo de los países a los que afecta. Si algún mal afecta a los países desarrollados, se pone todos los medios disponibles para erradicarlo sin importar el costo, pero por muy letal que sea, si solo afecta a los países subdesarrollados, los gobiernos no gastan un euro en investigación o suministro de medicinas.

Como ejemplo, hay una enfermedad que todos los años se lleva por delante a millones de personas. La Malaria. o Paludismo.

La malaria humana se produce por la picadura de un mosquito. Durante la segunda mitad del siglo XX, fue erradicada en casi toda Europa y grandes áreas de América Central y del Sur. En la actualidad continúa siendo un problema de salud muy importante en el mundo, especialmente en el continente africano. Cada año se registran más de 300 millones de casos de paludismo, ocasionando más de 1 millón de muertes anuales, el 90% de las cuales se producen en África, especialmente entre niños menores de 5 años. En esta enfermedad los microorganismos obstruyen los vasos sanguíneos del cerebro produciendo coma y delirio. La primera crisis tiene lugar entre los 18 y los 40 días después de la infección, las siguientes aparecen cada tres días y finalmente se produce irremediablemente la muerte.

Manuel Elkin Patarroyo, médico colombiano con nacionalidad española, descubrió la primera vacuna elaborada químicamente contra la malaria. Patarroyo donó la vacuna, la primera desarrollada químicamente, a la Organización Mundial de la Salud. Su labor le ha valido ser galardonado, en 1994, con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Hoy día el investigador español, Pedro Alonso y el Centro de Salud del Hospital Clinic de Barcelona, han anunciado que la primera generación de la vacuna contra la malaria se administrará a niños africanos el próximo año. El producto ha sido financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates y el desarrollo clínico ha correspondido al Hospital Clinic-Universidad de Barcelona.

Esta vacuna no tiene valor comercial para las farmacéuticas, al no poder permitirse los enfermos los 18€ que costaría en el mercado. Sin la ayuda de estas instituciones sin ánimo de lucro, la enfermedad en un futuro seguiría segando la vida de millones de personas.

Es increíble el desconocimiento y la falta de interés que a nivel mediático e institucional se tiene de esta enfermedad, se habla mucho más de obesidad infantil, anorexia o bulimia, que de una enfermedad que mata a un millón de personas al año, la mitad niños y bebés.

En un mundo donde la patente de una vacuna como la de la malaria, tiene que ser donada para poder salvar vidas de personas sin recursos económicos, porque ni los gobiernos, ni las farmacéuticas están dispuestos a invertir. Nos encontramos con grandes desembolsos de dinero de los países desarrollados, para acopio de medicinas como el Tamiflú, que ni siquiera se están usando en la mayoría de los casos positivos con gripe A.

Esta pandemia, cuyas consecuencias para la salud no son más que las de una gripe estacional. A no ser que el proceso se acompañe o vaya seguido de una neumonía viral, bacteriana, o alguna enfermedad respiratoria grave, donde la mortalidad aumenta. Ha sido mediatizada para aumentar la cuenta de resultados de las farmacéuticas.

El volumen del negocio montado con la gripe A, es superior a 20.000 millones de euros.

Esto me hace sospechar que quizás la estadística que se nos vende por televisión no sea la correcta, al achacar muchas muertes a la gripe A, y no a la patología que sufría el paciente de antemano.

Nos han metido el pánico en el cuerpo para vendernos medicinas, mascarillas, jabones, guantes y demás trastos, para beneficio de algunas corporaciones que no hacen más que echar leña al fuego del miedo colectivo.

Lo grotesco, es que con menos de un 0,01% del dinero invertido en el en la gripe A, se podría haber acabado con La Malaria hace mucho tiempo. Pero la solución no solo estaría ahí, tenemos que ser consientes de que hay muchas más enfermedades olvidadas y carencias en el mundo subdesarrollado.

Si cada año salvásemos de la malaria a 1 millón de personas, tendrían un problema de malnutrición 2 millones de personas en el tercer mundo. Terrible conclusión, viviendo en un mundo en el que nos espantamos cinco segundos con algunas verdades en directo, volviendo a la hipocresía y el derroche según termina el telediario y empieza la telenovela.

Es triste que la opulencia de unos pocos desalmados, cause la muerte de muchos y que la consecuencia de querer salvar una vida, sea matar de hambre a varias personas.

Equilibrio, esa es la solución. El desarrollo sostenible es posible y necesario, no se trata de dar una pequeña limosna para que puedan curarse, se trata además de no matarlos de hambre.

Hay que empezar a dejarles evolucionar y desarrollarse con sus propios medios, pero con nuestro apoyo humano y económico. Sin necesidad de interferir en sus culturas o religiones, educándonos y educándolos, de una forma más humana y sin prejuicios.

El primer paso, no debería ser el más complicado, implicarte. Luego, los gobiernos los cambias tú.

martes, 15 de septiembre de 2009

¿Victimas o verdugos?


Cada vez que enciendo la tele, el informativo de turno, me asusta con una nueva noticia de violencia juvenil. Unos compañeros de clase violan a una niña de once años, apalean a un chaval de poco más, se suicida una niña de doce, un alumno de primaria humilla a un profesor…

¿Que nos esta pasando? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué la culpa siempre es de otro?

La sociedad esta mutando, o mejor dicho, la estamos devaluando a marchas forzadas.

En dos generaciones, estamos estropeando lo que la humanidad lleva civilizando miles de años. Se ha perdido uno de los principios básicos de nuestro equilibrio social, el respeto a la figura del educador.

El educador no solo es el profesor de turno bueno o malo con el que nos toque aprender, o los padres, abuelos y familiares. Sino que también la educación es responsabilidad de las instituciones. La sensación de impunidad con que estamos formando a nuestros ciudadanos de futuro, empieza a pasarnos factura con hechos cada vez más agresivos.

Tenemos unas leyes desfasadas y blandas, para los problemas actuales a los que nos enfrentamos día a día. Se premia mediáticamente la burrada más gorda y se machaca la noticia por la tele e Internet para regocijo de los bárbaros, sirviendo para que imiten lo sucedido en otros lugares. Estos aplausos públicos en los medios, desorienta tanto a los verdugos, como a las victimas de estas gamberradas, que siguen creciendo en número y sufrimientos.

Se empezó por perderle el respeto a padres y abuelos, se siguió por humillar a los profesores y se ha continuado, por ser los menores los que se enfrentan a la policía como diversión de fin de semana.

El educador es una figura depreciada. Lo hemos convertido en un accesorio meramente prescindible en una sociedad saturada de estereotipos superfluos, que lo único que valora son las posesiones materiales y la fama a fuerza de golpes. Se ha perdido el respeto a los mayores y a las figuras importantes, que hace pocas décadas, formaban parte del ejemplo a seguir en los jóvenes.

Ya pocos quieren ser notarios, profesores o médicos, ahora quieren ser Belén Esteban o la Campanario.

Hemos pasado de tener una sociedad con un potencial de futuro inmenso, a una sociedad de futuros adultos inmaduros, con muy pocos valores humanos.

El respeto se confunde hoy día con el miedo. Se impone la violencia con el prójimo como método de hacer valer tus formas de ver las cosas. Se valora más el vencer, que el convencer. Se ahorra en palabras y razones, potenciando la violencia y la injusticia.

De lo que no somos concientes, es que le libertad se ha confundido con la impunidad y el esfuerzo se ha cambiado por la fama inmediata.

Si esto no lo corregimos, estaremos siendo responsables de la tiranía que los mismos verdugos actuales, sufrirán por parte de las generaciones venideras.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Fiestón sin invitación

(Basado en hechos reales)
Diez años atrás, no existían, o por lo menos yo no conocía las redes sociales que hoy nos ofrece Internet. Normalmente, una de las plataformas más usuales por la juventud y los no tan jóvenes de relacionarse eran los bares.

Por aquel entonces yo no bebía, me había hecho la promesa a mi mismo de no beber nunca más. Tres años antes me fui con la gente del gimnasio a un asadero en la cumbre, me cogí tal melopea y perdí los papeles de tal forma, que la vergüenza me duró tres años. Imagínate, todos supermega sanos y yo tan borracho que hasta los perros me meaban. Me costó bastante volver a la senda de la de la cultura etílica tan arraigada en este país. Cuando salía de fiesta todos se extrañaban, tenía que estar explicándoles que no bebía, como si eso fuera un delito.

Nos solíamos reunir los sábados a la salida del trabajo un grupo de compañeros, que éramos muy amigos incluso antes de trabajar en la misma empresa. En alguna ocasión se agregaban algunos más, pero siempre solíamos ser Adolfo, Gerardo y yo, los clientes incondicionales del establecimiento.

El bar de Ramón, ni siquiera tenía mesas, solo contaba con la barra que ocupaba la mayoría del local, los dos minúsculos baños que exige la ley, donde tenías que mear de lado, y una pequeña cocina. Ramón es un barman peculiar, mide metro noventa, piel morena tipo pescador y estaba continuamente echándote trolas para reírse ti. Recuerdo que un día, le dijo a uno que lo mejor para la resaca es ponerte dos alka-seltzer en la boca sin agua y aguantar hasta que se diluyan, te puedes imaginar los espumarajos que soltaba aquel pobre por la boca, las lágrimas se las bebía. Tenía la virtud de despacharte lo que le salía de la entrepierna. Le pedías un cubata con cola y te lo ponía con naranja. En lo que no fallaba era en la bebida alcohólica, si pedías Ron, te ponía incluso de la marca que te gustaba. Si un sábado no te apetecía mucho beber y le pedías una cerveza, te jodías y te bebías un cubata como el del sábado anterior. Al final como lo importante no era lo que bebías, sino el beber, pues te lo tragabas de igual forma.

Así, copa a copa, trago a trago, fuimos cogiendo confianza. Tanta que nos daban las mil y quinientas en su bar. La mayoría de las veces le costaba un huevo echarnos de su negocio, mis amigos con copas eran más pesaos que dos plomos. Continuamente le proponíamos a Ramón que se fuese, que ya cerraríamos nosotros. Pero nunca confió en nuestra buena fe, cosa que no le reprocho.

En aquella época, las novias de Adolfo, Gerardo y la mía, eran muy amigas entre ellas. Por muchas burradas que hiciésemos, nunca nos decían que teníamos que dejar las juergas con los amigos. La verdad es que me lo pasaba de fábula, fue una época de marchas inolvidables con los colegas.

Un día de primavera de 98 ó 99 del milenio pasado, Ramón estaba desesperado por cerrar el bar. Tenía que ir al aeropuerto a buscar un familiar, dejarlo en casa de su madre, y luego ir a la fiesta que su mujer había montado en su casa para reunirse con antiguos compañeros de instituto y algún que otro profesor enrollado de la época.

Como no veía la forma, directa o indirecta de echarnos del recinto. Se le ocurrió la fatal idea de decirle a uno de mis compañeros que nos fuéramos, que si queríamos beber nos invitaba a una copa en su casa. Pensaba librarse de nosotros, porque no sabíamos donde vivía. Pues se equivocó.

Gerardo si que sabía el barrio y la zona del barrio de donde era Ramón. Había visto su coche aparcado varias veces por la zona donde suponía que vivía. Esto significó, que sobre la marcha se organizo el viaje.

Como yo estaba sobrio, me quedaba con todos los detalles y conversaciones locas de mis compañeros de fiesta. Después de intentar convencerles de que no estábamos invitados, que fue una forma de librarse de nosotros, me vi en la necesidad de acompañarles al sarao. Cuidándome mucho de ser yo el que condujera, le pedí las llaves del coche a uno de ellos, tras las indicaciones llegamos al barrio de Ramón. Encontrar su casa nos costó cinco minutos, preguntamos en un par de portales y dimos rápido con la fiesta.

Era un edificio de dos plantas. Ramón vivía en el bajo, su vecina y el marido que eran personas mayores, vivían en la segunda planta. Al tocar en una de las dos viviendas nos abrieron sin preguntar y subimos a donde se oía música. La azotea era el objetivo donde los cuatro perturbadores de fiestas, Adolfo, Gerardo, Gustavo (recién llegado a la empresa como fichaje estrella del departamento de ventas) y yo, pretendíamos llegar para continuar la fiesta que había empezado en el bar.

Al entrar por la puerta, Gerardo con sus noventa y largos kilos, pelo castaño clarito semirizado, vestido con un polo de cuello de pico y pantalón baquero, le dio la explicación oportuna a Bea (la mujer de Ramón), la cual no conocíamos de nada. Le dijo que él nos había invitado y que no quisimos fallarle.

Ese fue el principio de una serie de barbaridades, producto de la borrachera más loca que me ha tocado vivir.

Nada más llegar, el ambiente empezó a ponerse un poco tenso. Que coño hacíamos nosotros allí, vienen sin pagar y borrachos, a una fiesta a la que nadie del grupo les ha invitado. Evidentemente se quejaban con razón, pero ninguno de mis amigos se inmutó y siguieron bebiendo. Yo la verdad es que estaba flipando, había como dos mundo dentro de un mismo asadero, los que estaban pasando un rato recordando los felices tiempos de instituto y nosotros, los Bestias borrachos recién llegados que no habíamos sido invitados.

Mientras tanto y sin inmutarse, Adolfo, que cuando bebe es como un bonachón que hace las cosas sin malicia, sin darse cuenta y con cara de inocente, se sentía cargado de alcohol y con la vejiga llena. Como en la azotea no había baño, no se le ocurre otra cosa que bajarse la bragueta y mear en un macetón en el que Bea tenía plantada una palmera. Allí delante de todo el mundo y sin ninguna vergüenza vació su vejiga despacio y de forma natural. El estaba convencido de que el baño era aquel.

Al rato, como teníamos hambre, a Adolfo no se le ocurre otra cosa que ocuparse de la barbacoa. Al no quedar carbón, recopilo todas las latas vacías que encontró, porque se le metió en la cabeza que eso ardería de la misma forma que la madera. Como no dio resultado la idea, Gerardo le dijo que no fuese idiota, que eso no ardía y que buscara algo de madera.

Mientras tanto, Gustavo parecía enajenado saltando a su rollo y diciendo tonterías. Su bigotillo rubio y su pelo anillado, no podía esconder la expresión de borracho desfasado, vestido con traje y corbata, se dedicaba a tirar chuletas sin cocinar y platos de plástico vacíos por los aires. Si sus clientes lo vieran, más de una venta se le hubiese caído.

A esas alturas del asadero, la gente ya empezaba a estar hasta los cojones de nosotros.

Entretanto, a Adolfo le volvió a dar otro apretón, pero como anteriormente le llamaron la atención por mear en la maceta, bajo al baño. La vecina de Bea acostumbraba a dejar la puerta entreabierta, porque solo eran dos vecinos y se llevaban bien. Cual fue la sorpresa de esta señora, mientras ella y su marido veían la tele sentados placidamente en su sofá, este individuo paso por delante de ellos, les dijo hola muy formalmente y entro a mear en el baño sin percatarse de lo que estaba haciendo.

Adolfo envés de bajar dos pisos, bajo solo uno. La cara de este matrimonio me la he imaginado cientos de veces. Que podían hacer, un extraño entra en su casa, da las buenas tardes, usa el baño y se vuelve a ir por donde mismo entró sin dar explicaciones.

Al mismo tiempo, una joven que estaba sentada al lado de Gustavo, que lo único que le faltaba a este borrego era babear, me miró y me dijo, “Mira, tu compañero me esta asustando”. Nunca me pude enterar que le había dicho este animal a esa pobre mujer. Lo que si te puedo decir, es que la muchacha daba la sensación de sentirse tremendamente acosada.

Al regresar del baño, Adolfo ayudo a Gerardo a tirar a un lado todo lo que estaba encima de una mesa que habían hecho para poner las cosas con un tablero y dos bloques, los amigos de Bea. Una vez despejada la mesa, Gerardo se dedicó a pegarle patadas a la madera para partirla y poder usarla en la barbacoa. Todo esto, bajo el estupor general de todos los invitados.


Una vez encendida la barbacoa y con unas llamas de un metro de altura, no se les ocurre otra cosa a los tres borrachos, que ponerla en el sitio donde más corre el aire. El problema fue que donde la habían puesto, era justo debajo de la antena de televisión. En menos de un minuto los cables se quedaron chamuscados.

Todos estos disparates pasaron en menos de una hora. Los absurdos se sucedían de forma vertiginosa y sin que nadie supiese darle solución.

Al poco de nosotros llegar, Bea se tuvo que ausentar un instante. Gracias a eso no estuvo en el momento en el que toda la gente del asadero, nos rodeó reprochándonos nuestro comportamiento y nos invito contundentemente a salir por patas. En menos que canta un gallo estos tres bestias, la habían formado. Cuando vi que o nos largábamos o nos mataban, les pedí disculpas a todos los presentes, intenté calmar el ambiente diciéndoles que mis amigos estaban muy borrachos como para darse cuenta de los que estaban haciendo, y me los lleve como pude.

El regreso fue un suplicio, me estuvieron tocando los cojones todo el trayecto.

El lunes siguiente a las ocho de la mañana, como Bea sabía que teníamos que pasar por delante del bar de su marido, nos espero para darnos un par de ostias verbales y alguna colleja. Cuando yo veo que se me acerca una chica rubia, muy bien vestida, con los ojos inyectados en sangre y cara de muy malas pulgas, se me pusieron de corbata. Tardé unos segundos en reconocerla, pero enseguida supe a lo que venía.

Empezó a hablarme como una apisonadora diciéndome; eres un puto mierda, quien coño son ustedes para ir a mi casa y montarla así con mis amigos, se merecen un par de hostias y blablablabla. De los gestos tan agresivos que hacía, los rizos le brincaban como látigos en busca de alguna victima que fustigar. Después de explicarle mi versión y recordarle que yo no bebía. Le comenté que fui por el simple hecho de no dejarles coger el coche. Que si no fuese por mí, se habría montado la de San Quintín, que hice lo que pude, pero estaban completamente arrebatados y que yo no me merecía ninguna marrona. Yo no hice nada, al contrario, me los llevé de allí y encima tuve que aguantarles la borrachera dentro del coche. Gracias a que sus amigos le dijeron de antemano que yo estaba sobrio y que fui el que me los lleve. Si no, me mata y me despeluza allí mismo.

Este incidente me hizo recapacitar, a partir de ese momento me emborrache como el que más. ¡Y que me aguanten la borrachera a mí!

Diez años después, todavía le recuerdo a Ramón aquella desafortunada invitación.

¡Cuidadín con lo que dices!. Te pueden hacer caso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Búsqueda


Nos pasamos toda la vida buscando algo que no estamos seguros que podamos alcanzar. Sin saber que la felicidad no se busca, se logra.

Lo que deberíamos hacer, no es procurar encontrar la felicidad. El dolor y angustia que nos imponemos por no encontrarla, es evitable. Lo que nos convendría hacer es dejar de ser desdichados.

La felicidad es carecer de desdicha, y eso si que lo puedes llegar a controlar.

Normalmente las personas que son más felices, suelen ser las que menos tienen. Quizás sea, porque a fuerza de golpes han aprendido a encontrar el disfrute en las pequeñas cosas y han sabido descartar las que no necesitan.

La necesidad de poseer es una competición en la que tarde o temprano, nos sintamos perdedores. Siempre habrá alguien con algo que tú no tienes, el coche del vecino, la casa del amigo, el trabajo de tu cuñado, la fama del de la tele o el carisma de tu primo.

Pero lo más probable es que alguien quiera tener algo que tú posees, familia, trabajo, alguna virtud o incluso parecerse a ti. Esto significa, que tienes algo bueno de lo que no estás disfrutando ¿Por qué te ciegas buscando lo que ya tienes?

La felicidad está en lo tienes y no en lo que envidias.

viernes, 4 de septiembre de 2009

El Club de Los Follapoco


El consejo más extraño que me han dado, fue un amigo que tenía unos seis años más que yo, un día sentimentalmente tonto por las copas y por un divorcio inminente a la vista.

No soy ni feo que espante, ni guapo que encante. Es con lo único que no se puede mentir cara a cara y en la playa. Por eso le doy gracias a la diosa Genética, el haberme hecho del montón.

En el fondo esa mediocridad te protege del desgaste de la belleza. Te ayuda a evolucionar como individuo y a desarrollar estrategias de supervivencia en la jungla nocturna, donde lo importante no es lo espeso del follaje, sino el saber protegerte con él.

Tú arrímate al guapo, ese pobre hombre apuesto, elegante, triunfador de la noche, con la picha con más callos del barrio, que ese va a ser tú anzuelo. Date cuenta, que el reparto, salvo en situaciones que se escapan a mi experiencia, es de una por bragueta. Esto nos hace ser vulgares cazadores al acecho de los descartes del saturado guaperas del grupo. Llévate bien con tú colega, te interesa su proximidad y buen rollo. Así estas en el mismo escaparate que él.

Espera y que se lo curre él, tu deja que tontee para atraer a la tía buenísima del local.

Por cada tía buenísima, según mis estadísticas, hay dos amigas buenas, tres guapas al cuarto cubata y cuatro que están bien una hora antes del coma etílico. Si a esto le sumas, que con suerte la escala de valores estéticos de alguna de ellas es la misma que la tuya, solo tienes que beber y esperar.

Eficiencia amigo, se trata de ser eficiente en la selección. Descarta rápido a la que no puedas seducir con tu careto, tira siempre por lo bajo para ir ascendiendo luego, pero no seas capullo, sopesa bien y no te subestimes. Date cuenta, aunque no lo sepas, que si no eres guapo, la vida te ha enseñado a ser simpático, explota ese recurso una vez que tengas merodeando a una presa en potencia.

Hay veces que conviene ser relativamente directo, sin pasarte, intenta actuar con cierto desparpajo.

Si te sientes inferior y nervioso, pero ves que currándotelo un poco la pava podría llegar a estar interesada en ti, no la cagues rindiéndote de antemano, persiste.

Para que puedas mantenerte equilibrado en la negociación emocional con la fémina, yo tengo un método para liberarte de la tensión sexual del momento. Piensa que detrás de cada tía buena que ves, hay un tío cansado de tirársela. Eso te ayudará a mantenerte sin babear. La verás más accesible.

No seas un capullo egocéntrico, no hay necesidad de ser el idiota del grupo. Para pasártelo bien no tienes que aburrir a nadie.

Cuando después de varias noches tienes tú pareja lograda (no te emociones capullo, el que eligió no fuiste tú, fue ella). Tienes que tener muy claro, la profundidad que estáis dispuestos a tener en un futuro. Para eso hay una escala de compromiso.

Si te presenta como un amigo. Tienes tiempo a deshacerlo fácil, se trata solo de sexo ocasional. Si no la cagas.

Si te presenta como mi chico. Ya te la estarás tirando fijo, saliendo a cenar, a pasear y poco más.

Si te presenta como mi novio. Serás ese tío, fuera del mercado sexual, harto de tirarte a la misma que llevas del brazo.

Una vez que eres ese novio, que por no discutir estas dispuesto a aceptar que gracias a tu novia vistes mejor, que tus amigos ya no son tan amigos, que sus amigos si son guais, que no puedes salir solo los sábados. Ahí, ten presente lo pardillo que eres ignorante, saliste a cazar y te dieron un tiro en el culo.

Prepárate para el chantaje emocional. No mires a otras, si lo haces eres un cerdo. Pon distancia con tus amigas de antaño, si te muestras cariñoso como siempre los has sido con ellas, tendrás una semana de castigo psicológico durísimo.

Tendrás que estar continuamente sopesando la forma en que le dices las cosas. Resalta sus valores positivos y olvídate de los negativos.

Si tienes que pensar en algo rápido y bonito, piensa en su mayor defecto y dile lo contrario pero sin exagerar mucho, que es una tía y quiere mentiras piadosas, no que la tomes por gilipollas.

Aprenderás a aceptar que te marquen como si fueras su posesión, para que otras no se fijen en ti.

Cuando más miraditas te mandan y más se insinúan otras hembras, es cuando estas trincado y no cuando no me comía un rosco. Como eso lo sabe tu pareja, estará siempre alerta para darte una colleja si tu vecina te mira. Porque la culpa es tuya por no decirle nada a esa guarra buscona, porque las tías son todas unas zorras, porque ya no me quieres, porque no sabes el daño que me haces. La charla destruyeneuronas, te hacen sentir como una mierda con testículos.

Sin comértelo ni bebértelo estas metido en un follón del que no sabes como salir. En ese caso solo te queda ser condescendiente, paciente, darle seguridad de que sus posesiones están a salvo y echarle un polvo.

Cuídate de ser demasiado laxo. A las tías les gusta que le den caña de vez en cuando, eso las mantiene interesadas en ti. Niégate a hacer cosas alguna que otra vez, mantente en tus trece un tiempo y después cede.

Una vez que pases por todo esto, el siguiente paso es irte a vivir con ella y entrar en el grupo de los follapoco. Y bien venido al club, infeliz.

El ejemplo es Gila

Cuanto hecho de menos a Gila.

El humorista que más me gustaba. No solo sabía hacerme reír, sino que lo hacía de forma respetuosa y sin necesidad de ridiculizar a ninguna persona, se limitaba a contarte situaciones grotescas en un entorno amable sin caer en la ofensa. Intentaba burlarse de contextos imposibles dentro de supuestas guerras donde no moría nadie. Cogía su teléfono y se ponía de acuerdo con el enemigo para que no le disparasen a la hora de la siesta, reclamaba que le mandaran los agujeros de los cañones porque no le llegaron con el pedido. Era auténtico y original, siempre con su camisa roja y su cara con esa media mueca, te hacían pasar un buen rato de humor fácil y amable. El destino le dio la oportunidad de salir ileso de un fusilamiento en la guerra civil, para dedicar su vida a hacernos reír, planteándonos un punto de vista en el que le quitaba todo dolor a cualquiera de sus relatos bélicos.

Actualmente, sus historias forman parte de nuestro recuerdo más dulce e inocente.

Hoy en día tengo la agradable sensación, de que por fin, hay alguien dispuesta a coger el relevo de sus peripecias en conflicto cariñosos y de guerras donde nadie corre peligro.

Gracias Carma (Carme Chacón), te llevábamos esperando mucho tiempo. Esta mujer no solo es el digno relevo de nuestro querido Gila. También es la persona que más ha entendido su humor y su filosofía de guerra. ¿Para qué mandar a nuestros soldados con chalecos antibalas a Afganistán? (cada uno si lo quiere, se tiene que costear el suyo). Es que no nos damos cuenta que las escopetas del enemigo no tienen agujero. El otro día me dijo un amigo que mandan a nuestros soldados para allá con una gafa de visión nocturna, para que la compartan entre veinticinco soldados. ¡Pero alma de Dios, para que derrochas tanto! llama a los terroristas y les dices que la jornada empieza a las nueve de la mañana, la noche es para dormir o jugar a la baraja. Lo que está claro, es que hacía falta alguien así, con un aire femenino y benévolo. Ahora con eso de la crisis e oído que llamó al enemigo, a no se que Husein, para decirle que si se podían poner en fila india. Que nos venía mejor con un disparo cargarnos a tres o cuatro, por eso del ahorro.

Es que en el ministerio le dieron un curso de economía y eficiencia, por lo visto nos viene mejor ahorrar en eso de disparar, para cubrir otros gastos más prioritarios.

Está claro que no se puede escatimar es en el uniforme de las soldadas. ¡No pueden ir en pantalones como los hombres! Por lo visto, eso es machismo.

¿La prioridad en una guerra no era tener las menos bajas posibles? Pues, lo que da a entender nuestra querida ministra es; cuídate tu solita de que no te maten, que yo cuido que tengas una bonita falda.

Los ministros que estaban antes no entendían que una mujer no puede estar así en una guerra, con pantalones y sin arreglar. Aunque en ello les vaya la vida.

Gracias que llegaste Carma, nos hacía falta algo de humor y buen gusto en el frente.

martes, 1 de septiembre de 2009

Miedo


Hace algún tiempo fui consciente del poder de la palabra miedo. Es una sensación que nos acompaña de forma intrínseca, a lo largo de nuestras vidas y la responsable de gran parte de de nuestras decisiones, aciertos y errores.

Es tan importante, que quien lo sabe usar para su beneficio, puede llegar a dominar a las masas.

Los ejércitos existen por miedo a las agresiones externas, y muchas de las guerras empiezan por el miedo de los países al sentirse amenazados.

Con la guerra fría había dos bloques perfectamente definidos, que se temían de igual forma el uno al otro. Y el miedo jugaba un papel de equilibrio inmensamente importante, para que no hubiera agresiones significativas por parte de ninguno. Las famosas guerras preventivas del nefasto Bush han dado al mundo más miedo, inseguridad, sufrimiento, muertes y desorden del que había anteriormente con la guerra fría. La lucha ahora es de ejércitos y policías, contra terroristas que se inmolan para matar población civil.

De todas formas, con Guerras Frías o Preventivas, el miedo de los dos bandos se traduce en una suculenta cuenta de resultados para los productores las armas y explosivos. ¿No sería más lógico pedir explicaciones de sus ventas, a los fabricantes de armas y explosivos?

Las religiones llevan usando el miedo a la condena eterna desde que el mundo es mundo. Te dominan metiéndote miedo si no sigues su doctrina, ¡te vas a arrepentir en el más allá! te insinúan. Pero sin embargo los jerarcas religiosos te tienen a su disposición en el más acá, para manipularte a su antojo y jugar con tú fe.

Los mayores miedos son los que tu mismo te impones. Nadie mejor que tú saben cuales son tus defectos y miedos. Este es un peso difícil de llevar y que tienes que aprender a controlarlo para que no te destruya. ¿Cuantas veces tus miedos o prejuicios te han impedido avanzar? Es muy difícil, pero importante, ser objetivo contigo mismo en algunas situaciones de tu vida para que no seas tú tu mayor obstáculo.

Es un sentimiento que lo llevamos de serie cuando nacemos. Los bebés tienen miedo a sentirse solos, los niños temen a sentirse solos, a los bichos y monstruos, los adolescentes a sentirse solos, desplazados, al ridículo y a ser inferiores dentro de su propio grupo. Los mayores no solo tenemos miedo de todo y a todo, sino que al ser conscientes del poder que conlleva este sentimiento lo solemos usar, conciente o inconscientemente, para atenuar nuestros propios miedos intentando amedrentar a otros sin importar el daño que hagamos.

El miedo forma parte del proceso de aprendizaje. A los niños siempre se les ha asustado con el hombre del saco, para que no salgan solos a la calle y desconfíen de los desconocidos. Por lo tanto es necesario como método de control y contención de algunas situaciones.

Es un sentimiento necesario, para mantener alerta nuestro instinto de supervivencia, sin miedo haríamos verdaderas locuras y tomaríamos decisiones muy arriesgadas e incorrectas en muchas ocasiones. Pero también es un lastre muy pesado en la mayoría de nuestros pensamientos y decisiones. Aunque en ciertas ocasiones sea inevitable, no se puede vivir continuamente atemorizado, porque esto hará que no calculemos el contexto con la suficiente lucidez para darle una solución medianamente coherente a la situación que se está viviendo.

Tenemos terror a perder nuestro estatus, nuestro poder adquisitivo, nuestro trabajo, nuestros familiares y nuestras posesiones, sin darnos la oportunidad muchas veces de disfrutarlos. Somos los seres vivos con la mayor capacidad de adaptación al entorno y a las adversidades, pero también somos los animales a los que más no asusta una situación desconocida. Esto nos hace infelices de antemano, cuando se intuyen aires de cambio siempre habrá algún miedo por ahí que nos aflora. Al final, sufres de antemano algo a lo que te adaptaras irremediablemente si algún día se cumplen tus temores. Muchas veces vives angustiado en vano, perdiendo un tiempo precioso y una fuerza vital irrecuperables, por una cosa que posiblemente no suceda.

Algunas tácticas comerciales usan el miedo para tener éxito, sabiendo que si lo generan de forma implícita consiguen el resultado esperado. Por ejemplo, a los gorrillas les das uno o dos euro para que no te rompan el coche, sabiendo que son ellos los que causan los destrozos, si lo meto en el parking ahorro complicaciones y me evito problemas. A los seguros de vida les interesas que tengas miedo a dejar desamparados a tus familiares. Cuantos familiares de fallecidos no reclama la indemnización, por no saber que existía un seguro de vida, siendo infructuoso el esfuerzo realizado por el difunto (suele pasar en accidentes de tráfico donde muere el matrimonio, y los herederos legales no saben que las víctimas estaban aseguradas). El miedo del fallecido, unido desconocimiento de los familiares, es el negocio de bancos y aseguradoras. En Estados Unidos mueren miles de personas al año por accidentes domésticos con arma de fuego, habiendo sido compradas según los vendedores de armas para sentirse más seguros y proteger a la familia de un hipotético enemigo. No sería mejor poner una alarma y cerrar las puertas.

Las decisiones es mejor tomarlas aplicando el sentido común y no el miedo. Si no pecaremos de incautos.

La mayoría de las veces intentan atemorizarte, simplemente por intentar dominarte en un escenario en el que posiblemente, sin que te hayas dado cuenta, seas tú el que ostentes la situación de poder. Lo mejor, es sopesar la situación y las diferentes alternativas que te ofrece la realidad para no ceder al chantaje psicológico, e intentar ver la cuestión desde otro lado, para evitar que los intereses de terceros te perjudiquen.

Por lo tanto, he llegado a la conclusión de que cada vez que alguien me venga metiendo miedo, mi primera reacción sea desconfiar de las buenas intenciones. Y cada vez que yo mismo me meta miedo, me pararé a tantear la situación. Difícil, pero se puede intentar.